Se
siente incómodo y hasta cree que trato de hacerle alguna broma. Antes
de alejarse, vuelvo a preguntarle, esta vez por el último cantante de
moda. No solo responde con receptividad sino que me brinda detalles
exclusivos y profundos sobre “lo que no me puedo perder”. Ahora soy yo
quien sonríe mientras le agradezco su buena disposición para
demostrarme, de nuevo, la manera en que funciona el mundo.
“Tiene
la mayor de las lógicas”, apunta Igor Collazos al llegar. “El sistema
está hecho para que el 99% de las personas ignoren información que es
vital para sus vidas”, reafirma.
Collazos
es consultor y experto en inteligencia estratégica y Big Data, creador
de la web Tío Conejo, una ‘startup’ venezolana que se apoya en el
concepto de web semántica para brindar distintos servicios sobre
análisis predictivos.
No
parece estar muy informado sobre las últimas tendencias de la industria
musical, pero sí sobre geopolítica. “Para entender lo que ocurre en
Venezuela hay que prestar atención a ideólogos como Barnett así como a
‘think tanks’ como el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”.
Las
menciones que hace Collazos ya han sido señaladas por el investigador
francés Thierry Meyssan como la declaración de principios que usa la
élite mundial y el aparato militar occidental para reconfigurar el
mundo.
“Cuando
Meyssan dice que a Estados Unidos no le interesa el petróleo de
Venezuela está en lo correcto. El petróleo barato, directo, es solo un
medio para lograr su verdadero fin”, el cual consistiría en la división
del mundo en dos grandes bloques.
Una
zona de orden compuesta por “naciones integradas”, llamada el Núcleo y
otro territorio anarquizado o la Brecha, lleno de “naciones no
integradas” donde los conflictos y el caos serán el día a día. Sin
embargo, para llegar a este punto es necesario un requisito previo: la
destrucción de los Estados nación.

Balcanización, el juguete predilecto de la élite mundial
A
juicio de Collazos, la estrategia de Occidente contra los países
considerados objetivos militares es la balcanización, esto es, la
“fragmentación sistemática de un Estado nación en estados más pequeños
mutuamente hostiles”. El concepto se origina en las guerras en la
península balcánica y en especial con la destrucción de Yugoslavia en
los años 90 por la OTAN.
La
idea central es “atizar las diferencias donde existan y crearlas donde
no las haya”. La campaña de guerra psicológica en el caso venezolano ha
estado dirigida a crear identidades políticas no solo contrapuestas,
sino que además se busca que las mismas adquieran un carácter insalvable
incluso desde el punto de vista político.
Existen
muchas maneras en que este objetivo de destrucción del Estado nación
puede ser logrado. Collazos identifica ocho de ellas, las cuales, desde
su punto de vista son todas hipótesis probables “y en constante
movimiento”, en el caso venezolano:
-Enclave:
ocupación y consolidación de puntos estratégicos, relativamente
pequeños pero muy bien posicionados para el control, sobre todo de redes
de comunicación y transporte.
-Intervención: actuación armada contra Estados nación.
-Secesión: separación de porciones del territorio de un Estado nación.
-Regionalismo:
forjar identidades artificiales que enfatizan la diferencia sobre la
unidad con miras a posicionar la idea de secesión por motivos
pretendidamente culturales.
-Metástasis: crecimiento descontrolado de enclaves al interior de un Estado nación.
-Anexión: apoderamiento de una fracción del territorio de un Estado nación por parte de una potencia extranjera.
-Especialización:
fomento del desarrollo excesivo de una actividad económica particular
de una región con el propósito de debilitar su capacidad de negociación,
lo cual queda plenamente descrito por la teoría de la dependencia y de
los sistemas mundo.
-Conflictos: fomento de guerras entre pueblos hermanos para terminar de consolidar su separación.
Las guarimbas en Venezuela, un modelo casi perfecto.
Collazos
hace uso de mapas para explicarnos lo que ocurrió durante las protestas
violentas de 2014 y 2017 y de lo que puede esperar Venezuela en el caso
de un conflicto militar “es todo parte de un mismo plan”, argumenta
mientras apura su café.

Según
Collazos, el mapa muestra los principales lugares donde se concentraron
las guarimbas desarrolladas en 2017. Enclaves territoriales que podrían
resultar determinantes en el proceso de balcanización de Venezuela.
“Hay
que prestar especial atención al triángulo conformado por Barquisimeto,
Acarigua y Valencia. Las poblaciones de Cabudare y San Diego se ubican
justo en los puntos de control de las principales vías de transporte del
occidente del país”, apunta.
Lo
que el análisis hace explícito en el mapa es que, en el caso de una
eventual intervención armada, bastaría con el control del eje
Acarigua-Barquisimeto, para lograr la separación efectiva de todo el
occidente del país.
Una
hipótesis de una probable agresión militar es que puede prescindir de
la invasión de ejércitos regulares o irregulares por el occidente del
país (frontera con Colombia) si se logran controlar de manera inmediata
las ciudades señaladas anteriormente.
Collazos centra su atención en un mapa específico y lo surca de anotaciones y líneas. Pregunta —no sé si de forma retórica:
“¿Te
parece casual que la élite petrolera del país antes de Chávez, que
obedecían al pie de la letra a Washington, haya decidido construir uno
de los complejos refinadores más grandes del mundo en una de las zonas
más vulnerables y propicias para balcanizar?”.

Añade
que para balcanizar no es necesario recurrir a operaciones militares.
Una de las tácticas clave, y que aún recuerdan con dolor en la extinta
Yugoslavia, tiene que ver con la exacerbación de los regionalismos. Para
Collazos, este avance de proyectos como Rumbo Propio, un movimiento de
corte secesionista en el estado de Zulia, uno de los más grandes del
país, apunta en esa dirección.
Si
unimos a estas identidades locales el ataque a los servicios públicos y
la penetración de las fronteras por parte de grupos paramilitares
tenemos la composición perfecta para generar un malestar que busque
implosionar la relación con el Gobierno central y pedir la autonomía
política y administrativa.
Las ciudades como laboratorios de balcanización
Cuando
hacemos un recuento, junto a Collazos, del mapa de las protestas
violentas de 2014 y 2017, los epicentros de la violencia son siempre los
mismos: las zonas más adineradas, controladas por la oposición.
Collazos
considera que las guarimbas visibilizaron un proceso de fragmentación
que avanzaba subterráneo: el de la ‘ciudad racimo’.
La
característica de esta clase de configuración es “el creciente
aislamiento del espacio en urbanizaciones cerradas en sí mismas”, cuya
seguridad ha sido cedida a empresas privadas.
“Es
parte de un proceso global planetario de disolución del Estado nación y
de corporativización del ejercicio de la violencia”, apunta Collazos.
El fin último es brindarle base material a una concepción de Gobierno corporativo a escala planetaria: el llamado World.Inc.
Un
dato emerge dentro de la entrevista. Le hago saber que el fundador de
la nefasta contratista de seguridad, Blackwater, Erick Prince, al
parecer tiene ahora acceso directo a la Casa Blanca de la mano de los
nuevos halcones de la guerra, John Bolton y Mike Pompeo.
Sin
los obstáculos que suponían generales como McMaster, enemigo de
desmantelar el Ejército para entregarle las tareas a las contratistas
militares, ahora el enfoque de la guerra será el que satisfaga a
empresas como BlackWater, es decir: “la eternización del conflicto” y la
“caotización interna de las naciones”.
Collazos
piensa sus próximas palabras y logra conectar los puntos. Desde su
óptica todo es muy coherente. Las casetas de vigilancia, el cierre de
calles, ceder la seguridad a empresas privadas, así se transforma la
mentalidad de los ciudadanos. Ahora la vida está llena de controles: “Se
configura un escenario en el cual la gente paga a sus propios
carceleros, ya que, sospechamos, que esas empresas son subsidiarias de
agencias internacionales con base en lugares como el Reino Unido, EEUU e
Israel”.
¿Están
modelando a la población? ¿Adecuándola para que acepte el control sobre
su cotidianidad, sobre sus formas de vida?, pregunto en ráfaga.
Collazos
nos recuerda la manera en que líderes violentos de las guarimbas
secuestraron por semanas a miles de ciudadanos en sus urbanizaciones,
ejerciendo total control sobre sus vidas. “Puede que haya sido un
ensayo”, para lo que vendrá.
¿Y qué es lo que viene?, vuelvo a preguntar.
Sin embargo, la respuesta tropieza con la puesta del sol y ambos acordamos que es necesaria una segunda reunión.
El
muchacho del café trae la cuenta y me pide que le recuerde el nombre
que mencioné más temprano. Tomo un trozo de servilleta y se lo escribo:
“Gugléalo”, le pido. Promete hacerlo y tenerme algunas opiniones para
cuando vuelva por el lugar.
La
entrevista termina, por ahora, mientras mi teléfono explota de mensajes
sobre información de última hora en torno a la llegada de armamento
norteamericano a una base aérea de Panamá. “Todo está en movimiento”, me
digo, mientras la noche se hace con el control absoluto del cielo de
Caracas.
(Sputnik)
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